“Nothing Longer Than Tears” by Jacques Viau Renaud, translated from Spanish by Ariel Francisco

I

 

At what precise moment were our lives torn,
where,
at which bend in the road?
During which journey did love stop
to say goodbye?
Nothing has been as hard as living on our knees.
Nothing hurt our hearts more
than hanging bitter words from our lips.
Why did we wander this stretch of uncovered road?
In whose hand landed the wind
to tear our veins
and savor our blood?
Walk, to where?
Motivated by what?
Wandering with bound heart,
backs bruised by night,
what for? Where?
What has happened to us?
We’ve come such a long way.
We’ve sown our anguish
in our hearts deepest chambers.
Wounded by the mercy of men.
Who’s trying to conquer new continents?
Who desires to love new faces?
Everything dragged through the gutters.
We didn’t know how to speak to the wind and leave,
sitting among the trees plotting our next departure.
We settle into our blood
forgetting the same fire burns in the hearts of others
spills from those who fought and those fighting.
How many silences must we still traverse?
What roads await our steps?
All roads bring the same anguish,
the same fear for life.
We mutilated ourselves by lifting each other up,
we became less human.
And now,
alone,
fighting,
we understand that what we’ve become
is due to those who have been.

 

II

 

You no longer have to tie a man down to kill him.
Stop pressing the button
and he will dissolve like a mountain of salt in rain.
You don’t have to argue about who despises the master.
Enough proclamations— scowling—
compromising the existence of twenty centuries.
Twenty centuries,
two thousand years of fighting for innocence,
two thousand years of deception,
two thousand years of plenty for the princes.
You no longer have to tie a man down to kill him.
The night,
the corners,
no,
those are useless now.
Plazas and wide streets borrow their bustling.
Don’t include the murdered with the patients,
don’t include the princes with the peasants.
Everyone’s forgotten the anger man is capable of.
The lamps extinguish without extinguishing hatred.
The unredeemed day has delayed mans resurrection.
And the others,
those that witness the murders:
“Lunatics, you’ve knocked on death’s door
and now she lives with us!”
They
only know how to foretell death,
they haven’t learned to fight her.
They haven’t learned to hide the earth in their hearts
or win their homeland for themselves.
And what do the meek do?
Where do they deposit their silence?
In what depth of the heart do they weave their revenge?
No one knows.
Everyone has forgotten.
It’s been ruled that their dwelling will be the shadows,
that hollow bread will be their sustenance,
that birds will make their beds
and shovels will bury their hearts.

What is a fighting man?
No one remembers.
Dressed in rags.
Thrown to the back of the house
there
with the garbage
the wretched are piled.
The lamps are extinguished.
They’ve corned themselves under a single shadow,
a single silence,
a single word,
a single cry
and when everything is one,
when the cry and the word are one
there will be no peace on earth.
There will be no peace?
Those who ruled on man’s destiny,
those that would never sing with the meek,
will knead their own blood and rot.
There will be no peace.
Cry to end the cry,
die to kill death.

 

III

 

The mothers felt their children’s tremble:
the army wielding their banners in their right hands.
Unanimously, the world’s heart rose.
Unanimously, the shout tore their throats
and their worlds shattered like lost seagulls.
The men marched on, searching for life;
the blood of their brothers paved the way.
Life wanted to surrender,
give itself to all the peopled cities
and resurrect those populated by death.
There were walls built for detainment
and axes for the arms that dared to reach.
Wielding banners in their right hands.
The sun’s children bury their feet in the earth:
becoming trees from a march that began with man
and still stains their skin.
Blood was born to be spilled,
this diffusing life.
The child,
to shock the father’s twilight
and collect what’s worth collecting.
It’s not possible to contain the cry.
Yet the beast won’t be dethroned.
Yet knees still buckle beneath the sun
and the child doesn’t know that this home is home.
Quietly,
we bow
and hear a whisper of our broken homeland,
of war-scarred backs,
of corrupt daughters
lashing us.
Everything is a lie from the many men of hatred.
Everything has been translated to a cry.
And the children?
They’re raised among almond trees and cardboard walls,
under roofs perforated by stars.
They grow like plants and shrubs
exiled from childhood,
exiled from the city
raised by many men and women.
What has happened to mankind?
What has happened to life on this earth?
Nothing is as permanent as the cry.
What has happened to mankind?
What has happened to our home and our children?
The earth is lavished with our flesh,
the ground has become fertile with our blood,
trees grow from our caved-in hearts,
tied to the ground by our veins.
Together, the hearts of the world arose,
reaching the mountain peaks.
The army brandishing their banner,
wielding,
striking,
striking,
life is triggered,
life triggers.

 

 

I

 

¿En qué preciso momento se separó la vida de nosotros,
en qué lugar,
en qué recodo del camino?
¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor
para decirnos adiós?
Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas.
Nada ha dolido tanto a nuestro corazón
como colgar de nuestros labios la palabra amargura.
¿Por qué anduvimos este trecho desprovisto de abrigo?
¿En cuál de nuestras manos se detuvo el viento
para romper nuestras venas
y saborear nuestra sangre?
Caminar… ¿Hacia dónde?
¿Con qué motivo?
Andar con el corazón atado,
llagadas las espaldas donde la noche se acumula,
¿para qué?, ¿hacia dónde?,
¿Qué ha sido de nosotros?
Hemos recorrido largos caminos.
Hemos sembrado nuestra angustia
en el lugar más profundo de nuestro corazón.
¡Nos duele la misericordia de algunos hombres!
Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende?
Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea?
Todo ha sido arrastrado por las rigolas.
No supimos dialogar con el viento y partir,
sentarnos sobre los árboles intuyendo próxima la partida.
Nos depositamos sobre nuestra sangre
sin acordamos de que en otros corazones el mismo líquido ardía
o se derramaba combatido y combatiendo.
¿Qué silencios nos quedan por recorrer?
¿Qué senderos aguardan nuestro paso?
Cualquier camino nos inspira la misma angustia,
el mismo temor por la vida.
Nos mutilamos al recogernos en nosotros,
nos hicimos menos humanidad.
Y ahora,
solos,
combatidos,
comprendemos que el hombre que somos
es porque otros han sido.

 

II

 

Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
Basta con apretar un botón
y se disuelve como montaña de sal bajo la lluvia.
Ni es necesario argüir que desprecia al amo.
Basta con proclamar —ceñuda la frente—
que comprometía la existencia de veinte siglos.
Veinte siglos,
dos mil años de combatida pureza,
dos mil años de sonrisas clandestinas,
dos mil años de hartura para los príncipes.
Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
La noche,
los rincones,
no,
nada de eso sirve ya.
Plazoletas y anchas calles se prestan bulliciosas.
No cuenta el asesinato con los pacientes,
no cuenta el príncipe con los sumisos.
Todos han olvidado que el hombre es aún capaz de cólera.
Las llamas se extinguen sin haber consumido el odio.
El día irredento ha postergado la resurrección del hombre.
Y los otros,
aquellos que presencian la matanza sentenciando:
“Locos, habéis tocado a la puerta de la muerte
y ella se quedó en vosotros!”
Esos
solo saben predecir la muerte,
no han aprendido a combatirla.
No han aprendido a cobijar la tierra en el corazón
ni a ganar la patria para el hombre.
Y el sumiso, ¿qué hace?
¿Dónde deposita su silencio?
¿En qué lugar del corazón teje la venganza?
Nadie lo sabe.
Todos le han olvidado.
Se ha dictaminado que su morada sea la sombra,
que el pan deshabitado sea su alimento,
que el pico le prepare el lecho
y la pala le cubra el corazón.
¿Qué es el hombre combatido?
Nadie lo recuerda.
Lo visten los trapos.
Lo arrojaron en la parte trasera de la casa
y allí
con los residuos
un guiñapo se amontona.
Las llamas se extinguen.
Se arrinconan los hombres en una sola sombra,
en un solo silencio,
en un solo vocablo,
en un llanto solo
y cuando todo sea uno,
uno el llanto y el vocablo uno
no habrá paz sobre la tierra.
¿No habrá paz?
Y aquellos que dictaminaron el destino del hombre,
los que jamás contaron con los sumisos,
amasarán con sangre su propia podredumbre.
¡No habrá paz!
¡Llanto para quebrar el llanto,
muerte para matar la muerte!

 

III

 

Las madres sintieron el temor de los hijos:
la diestra armada esgrimía su estandarte.
Unánime, el corazón del mundo se levantaba.
Unánime, el llanto golpeaba las gargantas
y las palabras se quebraban como gaviotas perdidas.
Los hombres marchaban al encuentro con la vida.
La sangre del hermano pavimentaba el camino.
La vida quería entregarse,
repartírse por todas las urbes pobladas
y remozar aquellas que la muerte habitaba.
Había paredes para detenerla,
hachas para los brazos que osaban alcanzarla.
La diestra esgrimía su estandarte.
Los hijos del sol enterraban sus pies en la tierra:
eran troncos de una marcha que empezó con el hombre
y que aún permanece en su carne.
La sangre ha nacido para ser derramada,
la vida que se difunda.
El hijo,
para que sorprenda el crepúsculo del padre
y recoja lo que merece conservarse.

No ha sido posible contener el Ilanto.
Aún permanece la bestia en el trono.
Aún se quiebran las rodillas bajo el sol
y .Ia prole no adivina que la morada es suya.
Callamos,
nos doblegamos
y un rumor de patria que se quiebra,
de espaldas combatidas,
de hembra que se corrompe
nos golpea.
Todo ha sido falseado por los hombres de odioabundante.
Todo ha sido traducio en llanto.
Y las proles?
Crecen entre almendros y muros de cartón,
bajo techos que las estrellas perforan.
Crecen como las plantas y los arbustos.
desterrados de la infancia,
desterrados de la urbe
que muchos hombres y muchas mujeres han levantado.
Qué ha sido del hombre?
Qué ha sido de la vida en esta tierra?
Nada ha permanecido tanto como el llanto.
Qué ha sido del hombre?
Qué ha sido de su morada y de su prole?
La tierra se ha hecho pródiga por su carne,
el suelo ha sido fecundo por su sangre,
los árboles han crecido desde su coraz6n derrumbado,
le han atado con sus venas al barro.

 

Unánime el corazón del mundo.se levantaba,
tocaba las cimas
La diestra armada esgrimía su estandarte,
esgrime,
golpeaba,
golpea,
la vida se precipitaba,
se precipita.

 

 

Jacques Viau Renaud (1941—1965) was born in Haiti and raised in the Dominican Republic following his father’s exile in 1948. During the Dominican Revolution of 1965, he joined the rebel forces in support of ousted president Juan Bosch, fighting against the US backed dictatorship. He was killed in battle at age 23.

Ariel Francisco is the author of A Sinking Ship is Still a Ship (Burrow Press, 2020) and All My Heroes Are Broke (C&R Press, 2017). A poet and translator born in the Bronx to Dominican and Guatemalan parents and raised in Miami, his work has been featured in The New Yorker, The New York City Ballet, The Academy of American Poets, The American Poetry Review, and elsewhere.

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